“Ingresé en la cárcel, como digo. Se trataba ya de un territorio conocido.
Pero lo hacía ahora en una situación nueva, tras unos acontecimientos cuya noticia estaba recorriendo el mundo: las manifestaciones de condena al régimen franquista por su crimen se sucedían en los cuatro puntos cardinales.
La idea preconcebida al entrar era que me encontraría a muchísima gente que, en otras circunstancias, no hubieran estado presentes.
Se hacía palpable que se había producido una enorme redada.Como en ocasiones anteriores, tras el registro de mis pertenencias, se me confinó en una de las celdas de “periodo”. Si, en las anteriores circunstancias, permitieron que uno de los presos políticos que ya estaban allí nos viniese a saludar, en esta ocasión fueron varios los que formaban el comité de recepción: nos trajeron toda clase de víveres y algunos libros para leer.
La compañía no podía ser mejor: ¡estábamos en familia…!”